lunes, 24 de marzo de 2014

De músicos y escultores. Esculturas de Pamplona XVIII



Monumento a Pablo Sarasate

La escultura en bronce de Eduardo Carretero realizada en 1959, muestra a Pablo Sarasate en pie, de cuerpo entero. El violinista pamplonés aparece representado en edad intermedia coincidiendo con la plenitud de su carrera, con su característico bigote y abundante cabellera que casi le cubre las cejas; sujeta con su mano izquierda el violín, en tanto que porta en la derecha el arco que apoya en el suelo. La imagen se inscribe en una estructura arquitectónica de piedra de la que forman parte tres columnas y un bloque compacto que acoge en su reverso un altorrelieve inciso con dos figuras alegóricas. El granadino Eduardo Carretero, autor del monumento, es un artista que, practica todas las gamas de su oficio, abordando también la arquitectura y la pintura. Ninguna técnica ni material resultan ajenos a su producción, en la que emplea un lenguaje figurativo entendido a la manera tradicional. El 5 de julio de 1950, en el transcurso de la ceremonia de inauguración del monumento a Julián Gayarre en los jardines de la Taconera, el alcalde de Pamplona Miguel Gortari anunciaba la sustitución del monumento levantado en honor a Pablo Sarasate en 1918. En 1952 el escultor navarro Áureo Rebolé concibió un proyecto con una altura superior a los once metros. Sin embargo esta idea no progresó. Pero si que fue creada una Comisión Pro-Monumento presidida por José Moreno Luzuriaga y con presidencia honoraria de Félix Huarte, encargada de recaudar fondos mediante suscripción popular, a la que contribuyó generosamente el Consistorio de la ciudad. El autor del proyecto fue el arquitecto Cándido Ayestarán, en tanto que su ejecución corrió a cargo de la empresa Huarte y Cía. La estatua en bronce del violinista pamplonés y los relieves alegóricos de la parte posterior del monumento se deben al escultor granadino Eduardo Carretero, muy vinculado por aquel entonces a la capital navarra a través de la
figura de Félix Huarte. Cfr. José Javier Azanza Lópe

Carretero, Eduardo

Considerado uno de los mejores escultores del siglo xx, Eduardo Carretero (Granada, 1920) inicia su formación artística en su ciudad natal. Pensionado por el Ayuntamiento en 1946 y premiado por la Universidad de Granada en el concurso celebrado para la decoración escultórica del Colegio Mayor de Isabel la Católica, participó en la I Bienal Hispanoamericana de Arte de 1941. Más tarde mostró su obra en el Ateneo de Madrid, exponiendo en 1955 en la Sala Tau de la misma ciudad.
El escultor siguió los pasos de su amigo el pintor Antonio Rodríguez Valdivieso, y fijó su residencia en Madrid, donde estableció estrecha relación con los también artistas granadinos José Guerrero, Manuel Rivera, Bernardo Olmedo, y con el guipuzcoano Jorge Oteiza. A su vez inició una etapa de encargos escultóricos integrados en la arquitectura, campo en el que ha ido dejando lo más significativo de su obra y que le llevó a colaborar con arquitectos de la época como José Tamés, Fernando Cavestany, o el pamplonés Miguel Gortari en la parroquia de San Francisco Javier de la capital navarra. En la última etapa de su dilatada trayectoria profesional, Carretero se establece en la localidad madrileña de Chinchón, a escasos kilómetros de las canteras de Colmenar de las que extrae el material para sus esculturas.

Julián Gayarre

Hilarión Eslava

Homenaje a Juan de Anchieta (escultor)

Escultura de José Ramón Anda (1979). Ejercicio de geometría espacial en un potente poliedro pétreo cuya estructura interna se divide en tres partes por la tensión de fuerzas existente. Aunque gran parte de la obra escultórica de Anda está realizada en madera, por una tradición familiar recibida y centrada en la ebanistería como fuente de trabajo, desarrolla otra gran parte en hierro y piedra como materiales fundamentales. A finales del XVI se establecen en el norte de Navarra, los talleres de Miguel Marsal y García Pérez Urquín, continuadores del azpeitiano, establecido en Pamplona, Juan de Anchieta, el más importante escultor del renacimiento romanista del último tercio de aquel siglo, al que Jorge Oteiza considera origen de la escuela Vasca de Escultura. Anda le homenajea con su monumento, trasladando a él, aunque en lenguaje moderno, las características de Anchieta recibidas de Miguel Ángel Buonarrotti: monumentalidad del conjunto, orden racional de las partes, energía interna del material y fina ejecución técnica. Cfr. Francisco Javier Zubiaur Carreño.
Más información sobre Juan de Anchieta
Cristo en la Catedral de Pamplona.
Santa María en Tafalla.




Fin









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